![]() AMT. Legajo 225.8.11. Desde muy antiguo se consideró necesario distinguir entre la mendicidad voluntaria y la involuntaria, y castigar aquella por ser causa de vicios y desórdenes, falta de industria y de cultura. Distintas peticiones de las Cortes a los monarcas solicitaron que se pusiera remedio al gran número de vagabundos que andaban esparcidos por los reinos, como consta en la prágmatica del Emperador Carlos V y doña Juana, su madre, dada en Madrid a 24 de agosto de 1540. En ella se nos dice cómo las Cortes expresaron a Juan I el gran daño que venía a los reinos por haber en ellos muchos vagabundos y holgazanes que podían trabajar y no lo hacían, los cuales no solamente vivían del sudor de otros, mas aún daban mal ejemplo a muchos que, viéndoles hacer aquella vida, se entregaban a ella dejando de trabajar por lo cual no se podían hallar labradores y se quedaban muchas heredades yermas, sin haber quien las labrase. Por otra parte las leyes disponían que estos vagabundos no pudieran llevar consigo hijos que pasaran de cinco años, y mandan a las justicias ser vigilantes de que dichos niños se pongan a servir con amos o a aprender oficios, porque de traer los padres y madres sus hijos a pedir limosna se amuestran a ser vagabundos y no aprenden oficios. La promulgación de distintas leyes tratará de asentar a estos vagabundos, obligándoles a trabajar para contribuir así a la prosperidad del reino. 1616, agosto, 8. Madrid. En el Consejo se tiene noticia que en estos reynos andan muchos muchachos que no sirven ni se ocupan en ninguna cosa; ni aprenden ofiçio, de que se siguen muchos daños e ynconvenientes. Luego questa reçibieredes os ymformaréis qué muchachos andan en esa ciudad y lugares de su juridiçión bagamundos sin servir, y los que fueren de hedad de diez años arriva procuréis de ponerlos con amo a quien sirvan y aprendan ofiçio y que se ocupen en la labrança del campo y cosecha de los frutos, en que tendréis particular cuidado de que su magestad se tendrá por servido y dentro de quinçe días después questa reçiviéredes enviaréis al Consejo relaçión de lo que en ello hiçiéredes. De madrid a ocho de agosto de 1616 años. Por mandado de los señores del Consejo Juan Gallo de Andrades AMT. Legajo 225.8. ![]() AMT. Legajo 209.12. El día 5 de abril de 1619, se recibió una carta en esta ciudad comunicando cómo el rey Felipe III hacía jornada para Portugal y pasaría por Trujillo en un mes. Desde ese momento empezaron los preparativos para tan señalada visita: solicitud de facultad real para los gastos, compra de tela y sedas para el palio y los vestidos de los regidores, construcción de un arco triunfal en la calle Encarnación para que quedase en memoria de la entrada en la ciudad y otras cosas. El rey entró en la ciudad el martes 30 de abril y se dirigió al convento de la Encarnación junto con el príncipe, la princesa y la infanta. Allí rezaron, comieron y reposaron para después dirigirse a las casas del ayuntamiento para el besamanos y la entrega de las llaves de la ciudad, acompañado por las autoridades municipales y por el séquito que le acompañaba en su viaje. Posteriormente visitó Santiago, Santa María y la Vera Cruz, y se dirigió al palacio de la Conquista. Para este recibimiento, además de los ministriles que la ciudad tenía, se trajeron los de Plasencia y Guadalupe y, todos juntos, tañeron acompañando la comitiva real. En la plaza habían situado un tablado, junto al Peso de la harina, donde hicieron una agradable armonía. Aquella noche, desde una ventana del palacio de la Conquista, vieron el regocijo de la ciudad en su honor. Se pusieron luminarias por las torres de la fortaleza, alrededor de la plaza y en todas las ventanas de la ciudad, y caballeros con libreas a caballo corrieron por la plaza. Al día siguiente subió a Santa María a oir misa y visitó el convento de las Descalzas. El jueves al mediodía prosiguió su viaje. 1619. Trujillo. El año de 1619 pasando el Rey Don Phelipe terçero por esta çiudad de Trujillo para el Reino de Portugal, hiço entrada pública en ella a treinta de Abril de el dicho año, siendo su correjidor Don Pedro de Zevallos Escovedo, cavallero del ávito de Santiago; el palio fue de tela de oro encarnada y las Ropas de los cavalleros Regidores que le llevaron de taví encarnado y plata, con las calças, jubones y cueras blancas, todo muy conforme. Posó su magestad dos días que se detubo en las cassas de Don Francisco Piçarro y de don Diego Altamirano, travadas una con la otra, y el príncipe su hijo en las de don Juan de Chaves. La abundancia que hubo de mantenimientos fue tal que se bendieron las gallinas a real y medio cada una, con que todos sus criados fueron magníficamente ospedados y regalados de los Bezinos de Trujillo y así lo fueron confesando y publicando. AMT. Legajo 209. ![]() AMT. Libramientos y cartas de pago. Año 1633.13. Durante los siglos XVI y XVII la festividad del Corpus alcanzó las mayores cotas de ostentación y esplendor. En la procesión del Corpus, el cortejo se organizaba de la siguiente manera: encabezando la procesión iba la Tarasca seguida de distintos danzantes. Los gigantes corrían de un lado para otro, sin una ubicación fija. Detrás solía ir una representación del mundo infantil. El tercer lugar le correspondía al pueblo, representado por las Cofradías y Cruces Parroquiales, que desfilaban ordenadamente. Posteriormente las Comunidades religiosas y los clérigos, con representación de todas las Órdenes. Después la capilla de la música de la ciudad, que era la agrupación musical que con mayor frecuencia tuvo el honor de acompañar a la Custodia. Junto a ello los Predicadores y la Custodia bajo palio, llevada por el Corregidor y Regidores del Ayuntamiento. Cercanos a la Custodia y detrás de ella, los nobles. A partir de una carta cuenta podemos imaginarnos la celebración del corpus en Trujillo el año 1633 en que fueron comisarios los regidores don Gonzalo de las Casas Orellana y don Francisco Pizarro de Hinojosa. Nueve hombres llevaron los gigantes acompañados por la danza, por una gitana a la que se compraron unos corales y por un enano. Todo ello amenizado con la musica de Andrés Panero, tamborilero. Los polvoristas Francisco García y el valenciano Juan Salvarón se encargaron de los fuegos artificiales. 1633. Trujillo. De atrás- 1371&12 - ~ a Jerónimo López maestro de dancas por las que yco para las fiestas del santísimo sacramento y su otaba, mil y ochenta y quatro reales de que se dieron tres cédulas 1084& - ~ a los que ycieron una danca de mujeres que bino de fuera, cien Reales 0100& - ~ a Salbador Sánchez, ortolano, cinquenta y ocho Reales para los cascabeles de otra danca 0058& - ~de doce achas y quatro belas de cera blan ca que se gastaron, quinientos y sesenta reales que pesaron ochenta libras, a siete reales la libra 0560& - ~ a Jorje de Trujillo, doçe Reales que gastó el día de la otaba en dar de beber a los que llebaron los jigantes 0012& - ~ a Pedro Gonçález, siete reales de llevar y traer otra bez los bancos a Santa María 0007& - ~ a Domingo Fernández, seys reales por yr Aldeanueba a llamar un tronpeta 0006& - ~ a Diego Ortigoso, seys reales por tocar los atabales 0006& - ~ a Piçaro, tronpeta, veynte reales por el trabajo de tocar 0020& - ~ a Cristóbal Blázquez, diez y seys reales por el trabajo que tubo en solicitar que se yciesen los altares 0016& - ~ Antonio Álbarez, maestro de capilla, treynta reales para papel de los billancicos 0030& - ~ a Francisco Sánchez y su conpañero, ciento y Diez reales por la juncia que trajeron para la fiesta y bolberla a sacar 0110& 3380&12 que todo monta tres mil y trescientos y ochenta reales y doce marabedís Juan Goncález Billate AMT. Libramientos y cartas de pago. Año 1633. ![]() |
SIGLO XVII
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